
1.- Cuéntenos un poco de usted, por favor, de sus inicios: dónde nació, qué estudio, cuándo emigró de su país y por qué, a dónde emigró primero, qué estudios realizó?
LA: Podría decir que esta historia comienza en un pueblo de la región maya de Honduras, un lugar del que la poesía me demuestra que no he salido. Crecí entre los cuentos de mi abuela materna, quien era partera y curandera, dos oficios nobles de raigambre ancestral. Tiempo después entendí que esa abuela me había heredado el amor por la palabra dicha y el encantamiento de las mitologías.
Mi primera gran migración fue a Tegucigalpa, ese nombre indígena que tanto se les dificulta a muchos extranjeros, a terminar la secundaria y luego estudiar y trabajar en la universidad nacional. La segunda migración ocurrió debido a una beca que me llevó a Langley Park, ese barrio centroamericano de Maryland, donde estudié literatura latinoamericana, comía pupusas y tomaba horchata. La tercera migración me llevó hasta Nueva Zelanda; estoy convencido de que fue la menos predecible de las tres, por la distancia, los motivos y la duración.

2.- Entiendo que ya tiene muchos años residiendo en Nueva Zelanda, pero qué lo trajo aquí y por qué elegir este lugar?
LA: Sí, ya van 18 años, y contando. Por razones migratorias no pude seguir en los Estados Unidos, así que dejé el trabajo en una universidad de Pennsylvania y me embarqué hacia las Antípodas para ser profesor de estudios latinoamericanos en la Universidad de Massey, donde ahora dirijo los Programas de Español y de Portugués.
3.- Ha sido difícil vivir fuera de su país de origen? No siente que ha perdido algo de su identidad? o la ha fortalecido?
LA: Es un asunto de pérdidas, sobre todo de afectos y de espacios intelectuales y culturales, que tanto contribuyen a estimular el ejercicio de la escritura; se hace más difícil, por razones de lejanía, mantener contactos y acceder a medios, para el caso, de publicación. Una estrategia posible, y ha sido mi experiencia, es tratar de crear nexos en el entorno y hacer lo posible por mantener cierta presencia en algunos espacios latinoamericanos.

Al mismo tiempo, ha sido un asunto de ganancias, pues el saber poquísimo sobre este nuevo lugar ha llevado a la revelación de gratas y estimulantes sorpresas. Para el caso, la gran riqueza indígena de este país me ha devuelto al lugar donde comenzó mi viaje, es decir, aquel pueblito maya de Honduras. El río Manawatū, que bordea la ciudad de Palmerston North, en la que viví durante mucho tiempo, me lleva (o así lo he creído o inventado por necesidad) al río Copán, que bordea la ciudad maya del mismo nombre. Este es un lugar de grandes mitologías, a las que he podido asomarme gracias, sobre todo, a amistades y colaboraciones con grandes y queridos artistas y estudiosos maoríes. Esta ha sido una de mis grandes ganancias. El contacto con el inglés y la necesidad de conversar con amigos poetas de esa misma ciudad me llevaron a escribir un libro de poesía en esta lengua que me adoptó: Driving with Neruda to the Fish ‘n Chips, un libro, como lo indica el título, que busca el diálogo entre las identidades y las mitologías que siguen siendo parte de mi estación antipódica.
4:- Me imagino que su primera gran pasión ha sido o es escribir, cuándo empezó a hacerlo? cuál fue su sueño como escritor? emigrar de su país fue un impulso incluso empujado por el sueño de ser escritor o hubo otras razones?
LA: Como decía, quizá le deba a los cuentos de aparecidos de la infancia y al convivir, sin saberlo, con mitologías ancestrales el primer rito de pasaje hacia la literatura. Recuerdo, también, que en mi casa solo había un libro, una Biblia impresa en papel cebolla, de la que me fascinaban y aterraban algunas historias, emociones que también me producían los cuentos de la abuela. Los libros me llegaron al final de la adolescencia, y ese fue el otro rito de pasaje, del que aún no me repongo y el que me sigue cambiando la vida. Ese encuentro, mejor dicho, encontronazo, me reveló otros mundos, a los que desde el inicio supe que quería pertenecer; esto se tradujo en un deseo de irme al extranjero, lo que ocurrió como lo deseaba pero no acabó como lo esperaba porque el viaje aún no acaba, y el kilometraje es cada vez más difícil de remontar.
5.- qué explora en sus obras literarias, qué temas le interesan? cuáles son esos libros en los que cree que ha logrado conseguir plantear con más precisión sus búsquedas literarias?

LA: Sospecho que casi todos mis libros han respondido a pérdidas personales y, al mismo tiempo, a dolores ajenos, desde muertes que me han tocado íntimamente hasta tragedias que siento que me conciernen. Para el caso, en mi libro más reciente, El futuro que no fuimos, hay poemas sobre un dolor familiar, causado por la violencia, y sobre dolores de otros, causados por otras violencias. Hay en el libro una sección sobre la violencia que nos entra en la vida por la pantalla, la que nos refleja tantos dolores en la cara y nos permite hacernos expertos en angustias ajenas. De la misma manera, en Retratos mal hablados hay una sección llamada “alvaradismos”, que aborda muertes y mitos de la familia, seguida por una serie de textos sobre violencias que nos rebasan. Quizá de esto pase en claro una lección: la historia, con sus prodigios y monstruosidades, siempre será más grande que el poema; este es apenas un chispazo entre tanta oscuridad.

6.- Hay entre sus libros alguno que más quiera de entre todos?
LA: Francamente, no. Quizá me apegue a algunos poemas o a ciertas imágenes. Cada libro fue lo que pude ser en su tiempo, con las limitaciones y las faltas que son más mías que del libro. Prefiero que todos sigan pensando que los quiero por igual.
7.- Además de escritor es usted un académico con muchos años de trayectoria, cómo combina ambas tareas? le gana una a la otra o avanzan simultáneamente?
LA: Tengo la gran fortuna de vivir entre libros y, claro, de combinar las dos pasiones que me han definido: la escritura y la docencia. Tienen sus convergencias y divergencias, claro; para el caso, a la escritura no le concierne, aunque la interrumpe, el abrumador trabajo administrativo propio del medio académico. La docencia me ha permitido ganarme la vida y medio pagar mis deudas, y, al mismo tiempo, me ha dado la disciplina que requiere la investigación. No es raro, por ejemplo, que a veces me pierda en investigaciones académicas cuando me interese escribir algún poema; para el caso, disfruté inmensamente leer varios textos sobre la historia de los sentidos mientras escribía un poema sobre el olfato. Al final, sentí que la ganancia era doble; quizá esa sea una forma de definir lo que durante casi toda mi vida ha sido este oficio bífido.
8.- El español es la lengua que ha enseñado desde hace muchos años en Massey University, qué piensa ahora de la enseñanza del español en Nueva Zelanda, sobre todo después de esta pandemia? seguirá creciendo el interés? decrecerá?
NA: En este país se repite la moraleja del imperio del inglés, que lleva a cuestionar la importancia, mejor dicho, la utilidad que tendría el aprendizaje de otro idioma. Los programas de lengua extranjera son todos minoritarios, lo que los vuelve mucho más vulnerables frente al ataque incesante que sufren aquellas áreas del conocimiento que no parecen rentables. Los pocos que estudian otro idioma están casi siempre movidos por una identificación con la cultura que lo sustenta; por ello, es maravilloso ver la pasión con la que, en esta orilla del mundo, los estudiantes hablan, para el caso, sobre música, literatura o comida latinoamericanas. Esa misma pasión es visible en los profesores de educación media, quienes se caracterizan por un compromiso admirable, a pesar de que la competencia entre las prioridades curriculares sea feroz. La lucha es constante, a cualquier nivel de enseñanza, pero el estudio del español tiene dos atractivos que a veces arrojan buenos resultados: el interés que Latinoamérica despierta cada vez más y la cercanía fonética entre el español y el maorí. En cuanto a esto último, la pronunciación de ambos idiomas es muy similar; a esto se le suma la gran riqueza cultural indígena compartida por ambas regiones.
Como en todas las áreas, las consecuencias de la pandemia son de pronóstico reservado. Por una parte, quizá la preponderancia de las plataformas digitales permita la flexibilización de la enseñanza de, en este caso, otros idiomas; cayó en desuso el concepto de ‘educación a distancia’, precisamente por la inmediatez permitida por los medios. La flexibilidad y el dinamismo, propios de la enseñanza de idiomas, son ideales para la transición hacia espacios digitales. Por otra parte, quizá nos toque vivir por un tiempo indeterminado en el espacio (no quiero decir “consuelo”) de los viajes digitales. Google Translate y las opciones de subtítulos de Netflix quizá no sean suficientes para que la experiencia lingüístico-cultural sea significativa. Sin duda, el diseño de los materiales de estudio tiene que responder a otro tipo de exigencias.
Hasta ahora, el tamaño de nuestros programas no se ha reducido porque los estudiantes tienden a matricularse para todo el año; quizá el primer impacto significativo se vea al comenzar el otro año.
9.- Cuáles cree que sean las estrategias que deban de implementarse para no dejar de ver la importancia que tiene el estudio de las lenguas en general y de español en particular en una sociedad multicultural como la neozelandesa?
LA: Los programas que ya existen se nutren de esa riqueza cultural, ya sea que se estudien lenguas de origen europeo o asiático. Es una relación de doble vía, una conversación enriquecida por una gran variedad de interlocutores. Como decía, el hecho de que este sea un país de una gran riqueza indígena es ya una puerta de entrada a otras experiencias lingüístico-culturales, sobre todo del español americano. Otro factor importante es que los neozelandeses tienden a ser grandes viajeros, lo que a veces lleva al estudio de otros idiomas. Nos toca seguir estimulando esos aspectos y aprovechando, como decía, la gran flexibilidad digital actual; la audiovisualidad, que es inherente al estudio de otros idiomas, ofrece cada vez más posibilidades. Una práctica gramatical se enriquece fácilmente con un viaje virtual a cualquier lugar del mundo; lo mismo ocurre si se estudia literatura, música, arte, historia, etc.
Obviamente, algunos cambios curriculares dependen directamente de políticas gubernamentales; hay algunas luces esperanzadoras en el horizonte, sobre todo en este gobierno, y esperamos contribuir a que sigan encendidas.
10.- Qué sigue para Leonel Alvarado, en lo académico y como escritor?
LA: La vida seguirá antipódica por un tiempo aún indefinido; también se espera que el ejercicio escritural y el académico sigan contando la historia que comenzó en un pueblo maya de las Honduras.
