Isabel Fernanda Poblete Echeverría es chilena, vive en Wellington con Claudio y con su pequeña Maya y le agradecemos el que nos comparta diez datos sobre su bello país: comidas, frases, fiestas, lugares y más. El espacio nunca alcanza pero al menos aquí gocemos una muestra de lo bello que es Chile.
Chile es el país más extenso y angosto de la tierra. Su geografía es variada y dominada por la presencia de dos cordilleras: la de los Andes y la de la Costa. Limita al este con Bolivia y Argentina y al norte con Perú.

Con climas y estilos diversos de norte a sur hay costumbres y celebraciones que reúnen a todos los chilenos, la más importante es la celebración en torno a las fiestas patrias.
El 18 de septiembre se conmemora la primera Junta de gobierno de 1810 que inició el camino hacia la independencia y se dedican más de un día para festejar. “¿Qué harás este 18?”es una pregunta obligada todos los años.
Es muy normal reunirse en familia a preparar un asado tradicional, comer empanadas y brindar con vino o chicha (fermentado de vino artesanal, muy dulce y engañador)

Aunque menos, hasta hoy en día se acostumbra para estas fechas izar una bandera afuera de las casas.
La bandera chilena, conocida como la “estrella solitaria’’, es blanca, azul y roja con una estrella de cinco puntas al costado izquierdo. El uso de estos colores tiene características comunes con la simbología de otras banderas: cumbres blancas, el cielo azul y la sangre derramada por los héroes.
En septiembre se venden volantines (o cometas) que los niños y adultos elevan en parques y plazas. También comenzamos a usar el término “ramada”’ (o fonda) que son los espacios campesinos improvisados donde se reúnen las comunidades a celebrar. Para las fiestas patrias se imitan estos salones rústicos, con música y comidas típicas.
La cueca es el baile nacional que siempre está presente en las ramadas. Tiene distintas versiones dependiendo la región o contexto. Por ejemplo, la cueca de salón de estilo elegante o la cueca urbana o “chora”. Sin embargo, la música popular y que se baila todo el año no es la cueca, sino que la cumbia, el reggaetón y, en el campo, las rancheras. Así que en Chile la música de otras latitudes es muy bienvenida.
Entre los platos típicos mi favorito es el pastel de choclo (así le decimos al maíz) Es un plato de verano, preparado con un buen “pino” (sofrito), pollo, huevo, aceitunas y crema de choclo. Todo eso montado en capas, cocido al horno y servido en plato de greda.
El que ha vivido en Chile sabe que allí se habla de “la once”. ¿La 11 por la hora? No exactamente. Se dice que antes se usaba la expresión «tomar once» para ocultar que iban a tomar un trago de aguardiente —palabra de once letras— a media tarde.
La once es un tipo afternoon tea muy clásico en las familias chilenas. Entre las 6 y 8 de la tarde se toma once con un té negro, acompañado de un pan fresco, crujiente y esponjoso llamado “marraqueta” con palta (o aguacate), queso, jamón, etc.

La larga costa y sus aguas frías permite tener acceso a pescados y mariscos que abren deliciosas preparaciones. Entre las más conocidas, la sopa de mariscos y el caldillo de congrio, este último homenajeado por Neruda en una de sus odas.
Otro buen acompañante para la once de verano es el “chancho en piedra”, que es una preparación simple de tomate, ajo y ají machacado en piedra o mortero. En invierno se opta por las “sopaipillas”, típico pan frito a base de zapallo o los “calzones rotos”, una rosquilla chilena con una forma muy peculiar.

Entre las personalidades chilenas que yo destaco están los dos poetas reconocidos con premios Nobel: Pablo Neruda y Gabriela Mistral. Ambos referentes para toda la literatura en español.
Violeta Parra, la cantautora y artista considerada la madre de la música popular chilena. Su legado sigue presente en la cultura latinoamericana hasta hoy.
Y por último, el pianista Claudio Arrau, reconocido mundialmente por su virtuosismo y potencia en la interpretación.
Si hablamos de lugares icónicos el Cerro San Cristóbal de Santiago es, sin duda, un lugar emblemático que ha visto crecer a la ciudad desde tiempos de la colonia. Hay que subir a la cima -y si el cielo despejado lo permite- tener la vista de la ciudad con la cordillera de fondo

Si nos vamos al norte, el desierto de Atacama, el más árido del planeta, es un paisaje lunar digno de visitar. En el sur, al extremo, se encuentran las Torres del Paine, es patrimonio de la humanidad por su importancia en la biosfera y su maravilloso esplendor.

El español chileno es conocido por su dificultad de ser entendido debido a la velocidad con la que hablamos y los modismos usados. A veces olvido la cantidad de chilenismo que uso. Pensaba que “fome” era una palabra conocida por todos, pero no, era un chilenismo que significa “sin gracia” o “aburrido”.
Los chilenos usamos una amplia gama de animales para describir rasgos de la personalidad o estados. Por ejemplo, “andar pato” significa no tener ni un peso en los bolsillos.
También nos encantan los diminutivos porque suavizan todo lo que dices “espérame un ratito” “‘¿quieres un tecito?” “¡Qué linda la guagüita! (bebé)”
Sin duda, el chilenismo más reconocido en otros países es huevón o, en su versión moderna, “weón”. Este es un adjetivo que tiene varios significados de acuerdo al contexto: amigo, sujeto extraño, tonto, lento, gracioso etc. Así que si escuchas algo como “¡mira el weón weón, weón!” sí, sí tiene sentido y lo podríamos traducir a algo como “¡mira el tipo tonto, amigo!”
Chile es mi paisaje habitual, el calor de mis amigos y familia, los colores, las palabras, los olores y sabores que me formaron y que llevo conmigo siempre. Lo que extraño es lo cotidiano, el simple hecho de sentarse a la mesa con la familia, comer y reír relajadamente.