Jose María Noriega un maquillista de película

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Jose María Noriega Riestra nació hace 29 años en una pequeña ciudad en el norte de España llamada Oviedo, pero vive desde hace 8 años en Nueva Zelanda. Periodista formado en una universidad española, amante de la fotografía y un gran profesional en el mundo del maquillaje cinematográfico; tiene mucho que compartirnos de su historia de vida, su infancia, su llegada a NZ y su mundo profesional. Aquí la entrevista de viva voz:

Nostalgias  de España:

Me crié entre Oviedo y Llanes, una villa con unas playas preciosas en el oriente de Asturias. A los 17 años me mudé a Salamanca para ir a la universidad, lugar en el que estuve estudiando periodismo durante cuatro años y medio.

Mis padres me tuvieron muy joven y aunque mi madre siempre ha estado presente, fue mi abuela materna la que me crió. Cuando tenía 13 años nació mi hermano pero no crecimos juntos, ya que cuando él tenía 3 años yo me mudé de ciudad para continuar mis estudios y al terminar de cursar la carrera ya di el salto a Nueva Zelanda. Es un tema complicado teniendo en cuenta las circunstancias actuales, pero siempre he tenido la ilusión de tenerle a mi hermano  aquí en Nueva Zelanda en algún momento para que él también pueda disfrutar de un año a la aventura al otro lado del mundo, y  aprovechar también  ese tiempo para reconciliar todo lo que nos hemos perdido el uno del otro al estar siempre en estadios tan dispares por la diferencia de edad.

En los 8 años que llevo en Nueva Zelanda solo he regresado a casa en un par de ocasiones. A veces es complicado encontrar el tiempo entre todas las responsabilidades, pero es importante hacer el esfuerzo y darle ese tiempo a la familia. Por suerte, Nueva Zelanda se ha convertido de alguna forma en mi nuevo hogar y a pesar de las distancias me siento a gusto. Aunque siempre hay parte de ese sentimiento tan compartido entre los que emigramos y nos establecemos lejos de casa que hace que te sientas un poco de ninguna parte, ya que siempre serás extranjero en el país de acogida… pero ha pasado tanto tiempo que tampoco eres el mismo al regresar a la tierra patria.

Llegada  a NZ:

Queenstown fue el primer lugar de Nueva Zelanda que visité. Con 18 años me decidí por primera vez a venir a conocer las antípodas. Fue un salto de envergadura al otro lado del planeta, por amor. Estuve viajando durante algo más de dos meses en una autocaravana explorando las dos islas para regresar  nuevamente al año siguiente durante mis vacaciones de verano.

Ya una vez terminada la universidad decidí mudarme y en esta ocasión se vino conmigo una buena amiga y compañera de universidad, Paula. En este pueblecito de postal a orillas del Wakatipu hicimos una pequeña comunidad y más amigas se unieron al año siguiente (Cristina y Helena). Allí tuvimos la suerte de disfrutar de una relación estrecha con una familia local, los Weston, que realmente facilitaron nuestra experiencia Kiwi y a los que siempre guardaremos un montón de cariño.

Cuando llegué al país venía con la idea de darme un año sabático, sin preocuparme demasiado con el futuro. Estaba agradecido de tener trabajo y estar rodeado de gente estupenda con la que disfrutar de la aventura. Pero al año de estar aquí decidí que era momento de plantearme mi situación a largo plazo, entonces,  teniendo en cuenta que el inglés no era mi primer idioma decidí dar un cambio a mi carrera y me mudé a Auckland para estudiar maquillaje y peluquería con la idea de trabajar en la industria del cine.

El maquillaje y la fotografía era algo que desde los 12 años me atraía. Recuerdo que en Oviedo solía quedar con mis amigas Sara y Lucía después del colegio para hacer sesiones de fotos. Ahí las maquillaba, peinaba, vestía y hacía fotos que después me ponía a retocar en photoshop. El resultado final era más que cuestionable, pero los tres guardamos un recuerdo precioso de todas las horas que pasábamos juntos creando en aquella oficina.

Al mismo tiempo, la fantasía siempre había sido un género que me fascinaba y me encantaba imaginar y diseñar diferentes personajes, mundos, entornos con los que luego escribir historias. En España no conocía a nadie que trabajara en la industria del cine por lo que no fue hasta llegar a Nueva Zelanda que las piezas de este rompecabezas empezaron a encajar y la idea de trabajar como maquillador en rodajes cobró sentido y forma.

Fue a través de la familia Weston que establecí los primeros contactos con la industria del cine y hablando con la gente del medio decidí que la escuela The Makeup School en Auckland era el mejor lugar para formarse. Allí completé mi diploma en maquillaje, peluquería y efectos especiales. Una vez graduado continué mi formación entre Nueva Zelanda y España trabajando de aprendiz en una peluquería por un par de años y diferentes cursos más específicos. Realmente es una de esas profesiones en la que nunca dejas de aprender.

Jose maquillando a un personaje de una serie de televisión aquí en NZ

Fui afortunado y conseguí mi primer trabajo en una serie de televisión a mitad del curso que estaba estudiando. Cuando empiezas en este medio todo es cuestión de predisposición, iniciativa y ética de trabajo. Es una industria muy golosa por lo que no es fácil entrar si no tienes contactos, pero si se te presenta la oportunidad y sabes aprovecharla generalmente de un trabajo te sale el siguiente. Poco a poco te vas haciendo un nombre y con cada proyecto te vas formando, cogiendo tablas y progresando.

Nueva Zelanda es un país de oportunidades y siempre estaré agradecido a que la vida por un motivo u otro me trajese hasta aquí, ya que siento que hubiese sido mucho más difícil iniciar este camino en España.

Sobre su trabajo: en qué consiste, qué implica, retos, sacrificios, satisfacciones.

Generalmente la Productora contrata al Diseñador/a de Maquillaje, Peluquería y Prótesis que es el jefe/la jefa del departamento. Es esta persona quien se encarga luego de montar el equipo acorde al presupuesto y requerimientos para sacar el proyecto adelante. Aunque trabajamos como autónomos, es la productora la que te contrata directamente, es el diseñador quien realmente te da el trabajo. Esta realidad requiere que seas una persona adaptable, ya que en cada proyecto puedes estar trabajando con un equipo completamente nuevo, con espíritu de equipo y habilidad para las relaciones interpersonales.

La verdad es que el maquillaje y la peluquería son solo una pequeña parte de lo que hacemos día a día. La persona al cargo del departamento es la elegida para dar vida a su visión de los personajes respetando las directrices del guión, director y productores, en un ejercicio colaborativo con el propio actor. El resto del equipo se encarga de llevar esto a cabo en el día a día.

Una parte muy importante una vez establecidos los personajes es la capacidad de poder replicar de manera exacta los diferentes looks y mantener la continuidad durante todo el proceso de rodaje. Hay que tener en cuenta que las películas no se filman en orden y para que la transición sea creíble a ojos del espectador entre escena y escena los personajes tienen que verse replicados con exactitud aunque hayan pasado dos meses en la vida real y no dos segundos como aparenta la película, para que esto sea posible es necesario mantener un archivo de fotografías y notas de todo lo rodado al que recurrir en cualquier momento. Ya que no solo es cuestión de replicar el trabajo sino que  también es cuestión de ser consciente de los cambios de maquillaje que van a ser necesarios para que el orden de rodaje del día se configure de la manera más efectiva posible. El tiempo es invaluable en esta industria y son muchos los factores a tener en cuenta entre todos los departamentos.

Además del maquillaje y la peluquería, así como la continuidad, también hay una carga logística y administrativa que cada departamento desempeña de manera individual. Contabilidad, pedidos, contratación de personal adicional, etc.

Las jornadas laborales en esta industria son exhaustivas. Un día de 12 horas es lo normal y según en qué proyectos, puedes llegar a trabajar 15-18 horas. El equipo rueda un mínimo de 10 horas al día pero hay que tener en cuenta que los actores que aparezcan en la primera escena tienen que haber pasado por maquillaje, peluquería y vestuario de antemano. Dependiendo de lo que requiera dicho personaje puede ser un maquillaje de 30 minutos o de 6 horas, sin olvidarse también del tiempo que conlleva retirar el maquillaje, prótesis, postizos, etc al final del día.

Maquillando a un personaje de la película Mulan

Teniendo esto en cuenta, es difícil mantener una vida personal mientras se está trabajando y el tiempo que uno tiene disponible para sí mismo se vuelve muy preciado. Durante un rodaje cada segundo está contabilizado porque todo se traduce en dinero, por lo que la presión y los niveles de estrés son también algo para lo que uno tiene que estar preparado.

Muchas veces también implica desplazarse a diferentes localizaciones con el rodaje, ya sea por el día, semanas o meses. Por lo que requiere un estilo muy particular de vida. A veces no tienes tiempo para tí mismo, estás exhausto y sientes cómo tu cuerpo te indica que vayas aflojando porque el ritmo no es saludable… Pero al mismo tiempo somos unos afortunados de poder estar trabajando rodeados de tanta creatividad, arte y talento, formando parte de proyectos que el día de mañana serán fuente de entretenimiento para multitud de personas y un legado de cultura.

¿Qué se siente estar maquillando a personas/personajes que después veremos en pantalla y se convertirán en iconos o recuerdos de muchas personas en el mundo?

Nuestro lienzo de trabajo es un ser humano, entonces, no perder consciencia de este detalle y saber estar presente es una parte fundamental de nuestra labor. Maquillaje y peluquería suele ser la primera y última parada de los actores, sin olvidarnos del constante contacto físico que conllevan los retoques a lo largo del día. Hay que ser muy consciente de los espacios y necesidades del reparto, hacer el mejor trabajo posible pero sin perder de vista que ellos también tienen un trabajo que realizar y tener el suficiente criterio para saber cuándo intervenir o cuándo no. Para lo que es fundamental generar un vínculo con el actor o actriz del que se está a cargo. Establecer un ritmo de trabajo en el que ambos estén acompasados puede suponer un reto; pero es a la vez una de las partes más bonitas y agradecidas de nuestra profesión, sentir que estás contribuyendo a dar forma a un personaje pero también cuidando de esa persona que lo va a interpretar.

Y es que llegado el día en el que tras meses (o incluso años) el proyecto en el que has trabajado por fin llega a la gran pantalla, no solo disfrutas de la obra sino también de recordar todas las risas, charlas, disparates y emociones que atesoras en la memoria de los días de rodaje.

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